Desde hace tiempo, el arzobispo de Milán, el cardenal Dionigi Tettamanzi, no es visto con buenos ojos por los dirigentes de la Liga Norte, el partido de Umberto Bossi que ha creado en los años noventa la idea de un Norte Italia independiente bajo el nombre de Padania y que forma parte de la actual coalición del gobierno italiano encabezado por Silvio Berlusconi.
El cardenal siempre se ha mantenido al lado de los más desfavorecidos y ha promovido la solidaridad con los inmigrantes, y esto molesta a los que basan su programa político en la defensa de sus privilegios y en la exclusión de quien es diferente. Después de un reciente desalojo de 250 gitanos a las afueras de Milán por parte de la autoridad pública, ha animado y alabado la acción de parroquias y de familias de los barrios afectados para garantizar una acogida digna de los zíngaros y la continuidad de la inserción de sus niños en la escuela. «La respuesta de la ciudad y de las instituciones a la presencia de los gitanos no puede ser una acción de fuerza, sin alternativas y expectativas, sin finalidades constructivas», ha escrito sin tapujos, y esto ha provocado que haya sido tildado de «eclesiástico de izquierdas» y se haya dicho que parece más bien un imán que un cardenal, por el hecho de propiciar el entendimiento con el mundo islámico y la integración de los recién llegados musulmanes.
Ante quien propugna una identidad cultural de raíces cristianas que tiende a discriminar y a rechazar al que viene de fuera, Tettamanzi ha precisado que las raíces cristianas son importantísimas, pero que el Señor juzga no sólo por las raíces sino «por las flores y los frutos que estas raíces hacen surgir» y que flores y frutos «han de ser confrontados con el Evangelio y, por decirlo con términos laicos, con la dignidad personal de todo ser humano».
Los obispos, en la Iglesia y en la sociedad, siempre tienen que ser super partes en el sentido bueno de la expresión, que no significa indiferencia: no toman partido de manera interesada por una opción parcial, sino que sostienen y promueven todo lo que está de acuerdo con el Evangelio, y denuncian con firmeza todo lo que le es contrario. En este sentido, el arzobispo de Milán ha sido y es un magnífico ejemplo de ello.
Cinto Busquet
Roma, diciembre 2009