El encuentro de verano que organizan los Focolares prevé reunir a principios de agosto en el Pirineo catalán casi un millar de personas
Año tras año los Focolares organizan por todo el mundo las Mariápolis, encuentros abhttps://cintobusquet.cat/wp-admin/post.php?post=3625&action=trash&_wpnonce=d1bb1b2f0eiertos a personas de todas las edades y condiciones donde se les propone vivir, durante unos días de convivencia y descanso, según el principio evangélico del amor recíproco. Los temas de reflexión que se proponen y las actividades que se llevan a cabo cambian según el lugar y la ocasión, pero la experiencia fundamental que hacen los participantes es la misma: una verdadera fraternidad que permite sentir personalmente la presencia de Dios gracias a la autenticidad de las relaciones que se entablan.
Recuerdo mi primera Mariápolis, allá por el año 1975, con catorce años recién cumplidos. Desde Girona, mi ciudad natal, fuimos con un autobús a León un buen grupo de jóvenes y adolescentes, algunos matrimonios y otros adultos, entre los cuales había dos sacerdotes, uno diocesano y otro religioso. Algunos ya nos conocíamos, otros nos fuimos conociendo durante los mil kilómetros de viaje que compartimos. Para la mayoría de nosotros era la primera experiencia de Mariápolis y teníamos muchas expectativas. De todo lo que se dijo durante las sesiones plenarias en el polideportivo municipal solo me ha quedado una frase que dijo Margarita Bavosi, más conocida como Luminosa, que falleció prematuramente por enfermedad a los 43 años y cuyo proceso de beatificación está en marcha. Después de atraer la atención incluso de los más jóvenes como yo, advirtiendo que iba a decir algo que podría escandalizarnos, continuó con un tono muy pausado y su acento típicamente argentino: «Nosotros queremos hacernos santos juntos». Hasta ese momento nunca había pensado en la santidad como algo al alcance de las personas “normales” como yo. En aquel momento empecé a intuir que la santidad consistía en vivir siempre, con naturalidad y desde lo más profundo de sí mismos, ese amor y esa disponibilidad recíprocos que eran la atmósfera que se respiraba en aquella Mariápolis: una “ciudad” temporánea que toma el nombre de María, no porque se den especiales expresiones de devoción por la Madre de Dios, sino porque se inspira en su figura. María, la mujer que con su total abertura a Dios y a los demás hizo posible que él viniera a vivir entre nosotros.
Desde las primeras Mariápolis de los años cincuenta en los Dolomitas del norte de Italia y desde las primeras Mariápolis hispanas en los años sesenta, en Solsona, la Seu d’Urgell y Ávila, ha llovido mucho y los tiempos han cambiado considerablemente. De todas formas, también hoy las numerosas Mariápolis que se celebran en los cinco continentes siguen ofreciendo a cualquier persona que quiera participar un espacio en el que se puede experimentar que la espiritualidad y la cotidianidad van de la mano cuando, iluminados por el Evangelio, vemos a todas las personas como a un hermano que puede ser acogido y amado. Tanto los miembros y simpatizantes del Movimiento como las personas que participan por primera vez sin conocer los Focolares, son invitados a sentirse protagonistas de la Mariápolis: depende de cada uno que llegue a ser una experiencia “especial”. Juntos hacemos un camino y cada cual volverá a casa más o menos enriquecido en la medida en que se haya donado y se haya abierto a los demás.
Este año, del 2 al 6 de agosto, en La Seu d’Urgell, ciudad pequeña pero sin embargo llena de historia de historia, en el corazón de la vieja Cataluña pirenaica, a la sombra de la imponente sierra del Cadí y a dos pasos del Principado de Andorra, una nueva Mariápolis que tendrá como lema Diálogo a 360˚, quiere ser para los viejos conocidos y para los nuevos que vengan una gran oportunidad de entrar en diálogo constructivo y estimulante con personas de orígenes y estilos muy distintos. Talleres temáticos diversificados y grupos de profundización en varios puntos de la ciudad, charlas y testimonios de vida en la Pista Polivalente Municipal, un menú de excursiones y otras actividades recreativas, la celebración de la eucaristía y espacios para interiorizar, programas especiales para los niños y para los adolescentes… Las diferentes actividades que se propondrán a los participantes tienen el objeto de favorecer un clima de confianza e interés de unos por otros, lo cual permite experimentar que la diversidad siempre es un don cuando se ofrece y se recibe sin recelos.
El diálogo, pues, como un medio y un estilo para renovar la Iglesia y la sociedad, para promover la unidad entre los cristianos de distintas confesiones y la armonía entre los fieles de distintas religiones, para favorecer la escucha y la colaboración entre creyentes y personas de convicciones no religiosas, para llegara un entendimiento y a un respeto mayores entre personas y pueblos…
Cinto Busquet
Para más información: Mariápolis 2013