Tatuajes

He escuchado recientemente en la red una entrevista hecha a sor María de Guadalupe, una monja argentina del Verbo Encarnado. Comenzó su itinerario misionero en Belén, donde aprendió el árabe, vivió doce años en Egipto, y para restablecerse del cansancio de aquellos intensos años, eligió ir a Siria, en aquel momento un país «tranquilo». Transcurridos pocos meses, estalló el conflicto que ha llevado a aquella tierra a la dramática situación que todos conocemos.

Su testimonio es impactante. Había ido a buscar descanso y encontró más bien un infierno. Entonces hubiera podido marcharse, pero sintió que su lugar era aquel y sus propios padres la animaron a no echarse atrás. Afirma con una sinceridad casi ingenua que considera un privilegio vivir allí precisamente en este momento histórico. Confiesa que ha conocido el miedo a ser violada o secuestrada, pero al mismo tiempo reconoce que siempre se ha sentido sostenida por la gracia de Dios.

En la ciudad de Alepo, donde vive, no recuerda que haya habido en los últimos cuatro años un solo día sin el ruido de algún bombardeo o tiroteo. Como sus vecinos, se ha acostumbrado a convivir con la muerte y con todo tipo de peligros. Explica que, después de un bombardeo que causó cuatrocientos muertos entre los cristianos y que dañó gravemente la catedral, la asistencia a la misa diaria se duplicó y que lo que los sirios cristianos le piden cuando sale del país es que invite a todo el mundo a rezar por ellos.

A pesar de que no son pocos los cristianos que han sido forzados a renegar de su fe y que han sufrido el martirio, me ha conmocionado saber que la mayor parte de ellos tienen la costumbre de tatuarse en la piel una cruz, señal inequívoca de la fe que profesan y de la que no están dispuestos a apostatar. Son aterradores los episodios que explica esta religiosa de autocares de fugitivos cristianos que han sido parados por fundamentalistas que han decapitado o acribillado a los hombres, convertido en esclavas sexuales a las mujeres y enterrado vivos a los niños.

Los cristianos perseguidos, con su consistente fe, nos interpelan desgarradoramente a los cristianos occidentales. No podemos seguir mirando hacia otro lado ni dar tanta importancia a cosas que no la tienen. El firme compromiso de testimoniar heroicamente el amor de Cristo que nos dan nuestros hermanos de Oriente Próximo no puede dejarnos indiferentes. Los recientes ataques terroristas en París nos han traído a las puertas de casa el estado de guerra, sin embargo, no olvidemos que desde hace demasiado tiempo, al otro lado del Mediterráneo, son muchos los que lo han perdido todo y siguen malviviendo con el riesgo de morir injustamente cualquier día.

Cinto Busquet
Barcelona, diciembre 2015

You may also like...