Passio Christi, passio hominis

«Pasión de Cristo, pasión del hombre»: Cristo sufre en todo hombre que sufre. Éste es el lema de la ostensión de la Sábana Santa de Turín que se realiza en la capital del Piamonte del 10 de abril al 23 de mayo. Un mes antes de abrirse la exposición pública del Sudario que podría haber envuelto el cuerpo de Jesús en el sepulcro, más de un millón de personas ya habían hecho la reserva de la visita a la catedral de Turín donde se conserva y ahora se muestra. Se prevé una afluencia de unos dos millones de peregrinos de toda Italia, también con consistentes grupos de Francia, Alemania, Polonia y Estados Unidos. Han pasado diez años desde la última exhibición de la reliquia.

Desde 1898, cuando un fotógrafo turinés constató que el negativo fotográfico de la sábana mostraba el rostro y el cuerpo de un hombre crucificado que correspondían a la descripción evangélica de la Pasión de Jesús, los numerosos estudios científicos sobre la imagen impresa en el tejido de lino todavía no han sabido explicar cómo se ha formado. Aunque la documentación histórica remonta sólo a mediados del siglo XIV, y la prueba del Carbono 14 realizada en el año 1988 hizo pensar que se trataba de un fraude medieval, el debate sobre su historicidad no ha llegado todavía a ninguna conclusión definitiva. Sigue siendo un misterio para la ciencia y un reto para la inteligencia.

Juan Pablo II, contemplándola en mayo de 1998, afirmó que la Sábana Santa «recuerda al hombre moderno, a menudo distraído por el bienestar y por los avances tecnológicos, el drama de muchos hermanos, y le invita a interrogarse sobre el misterio del dolor para profundizar sus causas». Sí, porque passio Christi, passio hominis. No hay ningún sufrimiento humano que sea ajeno al sufrimiento de Cristo. En la muerte y en la resurrección de Cristo, la historia del hombre y la eternidad de Dios confluyen; y es por eso que Dios, hecho hombre en Jesús, sigue haciendo suyo el grito de abandono de cualquier hombre injustamente sufriente.

Jesús no da la espalda a quien sufre, la ofrece a quien hace sufrir, para anihilar de raíz el mal que hiere íntimamente al hombre. No mira desde fuera el sufrimiento humano; lo hace suyo, lo transforma. Es éste el camino que nos muestra Cristo: un camino que, a través del absurdo de la cruz, nos lleva a ensanchar el corazón a la medida del suyo. Por eso, siguiendo a Cristo, nada humano puede resultarnos indiferente.

Cinto Busquet
Roma, abril 2010

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