Let’s bridge

Del 31 de agosto al 2 de septiembre, miles de jóvenes venidos de todo el mundo se reunieron en Budapest para participar en el Genfest 2012, la décima edición de un encuentro internacional de juventud organizado por el Movimiento de los Focolares, que este año tenía como lema Let’s bridge: «Hagamos puentes.» Los participantes compartieron experiencias e iniciativas llevadas a cabo en los respectivos países con la finalidad de contribuir a hacer más fraterno y más solidario nuestro mundo, y en un ambiente festivo y creativo, expresaron que las diversidades —culturales, étnicas, políticas, religiosas— son enriquecedoras para todos cuando, cada uno desde su propia orilla, intentamos construir puentes sobre los innumerables ríos y riachuelos que fácilmente nos separan.

Las intervenciones y manifestaciones artísticas de aquellos días se fueron sucediendo según la metáfora de la construcción de un puente: cavar la tierra, plantar los pilares, realizar el puente, caminar sobre el puente. El testimonio de jóvenes palestinos e israelíes en favor de la paz en situaciones de conflictividad extrema, o de jóvenes burundeses para promover la reconciliación racial, fueron algunos de los momentos álgidos de un programa caracterizado por un sano idealismo que no dejaba de tocar con los pies en el suelo.

El último día del encuentro, mientras en la plaza de San Esteban de la capital húngara la mayoría de los participantes se reunían para celebrar la Eucaristía católica presidida por el cardenal Péter Erdó, los miembros de otras Iglesias cristianas se repartieron en once centros de culto para celebrar la liturgia con sus respectivas comunidades eclesiales, y creyentes de otras religiones que también participaban se encontraron para un acto interreligioso. Un signo claro de que la búsqueda de la unidad y de la concordia no significa anular o engullir las identidades, sino valorar y profundizar las propias raíces desde el respeto y el interés hacia las tradiciones espirituales y culturales de los demás.

Los cristianos estamos llamados a ser promotores de entendimiento y de reconciliación, generadores de vínculos positivos de fraternidad entre personas y pueblos. Esto comporta ser conscientes de las tensiones y de los fosos que dificultan o imposibilitan la comunicación, a fin de poder contribuir eficazmente a redirigir relaciones distorsionadas que son motivo continuo de enfrentamientos y desencantos recíprocos.

Se pueden establecer y mantener buenas relaciones sólo a partir de la aceptación de la diversidad del otro y del rechazo de todo intento de asimilación o de sumisión. Anexiones forzadas unilateralmente nunca serán el fundamento de una convivencia estable y digna para todos. Necesitamos puentes que permitan libremente la circulación y no impongan a nadie lo que quiere ser y lo que quiere hacer en su propia casa.

Cinto Busquet
Puigcerdà, septiembre 2012

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