La cuestión de Dios

El pasado 23 de febrero, en la Universidad de Oxford, tuvo lugar un diálogo público entre el biólogo evolutivo Richard Dawkins, conocido apologista del ateísmo, y el arzobispo Rowan Williams, primado de la Comunión Anglicana. Ambos han sido profesores en esta prestigiosa universidad inglesa y el debate, moderado por el filósofo agnóstico Anthony Kenny, suscitó mucho interés y sigue suscitándolo, ya que fue transmitido por internet y todavía está colgado en la red. En un tono respetuoso y cordial, confrontaron con rigor intelectual las respectivas posiciones sobre la esencia de la naturaleza humana y la cuestión de su origen primordial.

Para el profesor Dawkins el ser humano es un producto exclusivamente de la evolución biológica, y considera una hipótesis innecesaria y forzada cualquier tipo de intervención divina en la aparición de la especie humana sobre la Tierra: «Es maravilloso saber que las leyes de la física, a través de la selección natural, han producido estos enormes conglomerados de átomos que somos los seres vivos, de una complejidad tan grande que fácilmente se produce la ilusión de que hay algún tipo de proyecto inicial que los provoca.»

Según él, es posible y más plausible explicar el mundo, la vida en general y también la vida humana, a partir de la nada: «Eso es algo sorprendentemente elegante y bonito. ¿Por qué queréis dificultar la visión del mundo con algo tan confuso como un dios?» Ante esta interpelación más bien provocativa, el arzobispo de Canterbury replicó que no pensaba en Dios como algo artificiosamente superpuesto que hay que hacer entrar con calzador en una visión lógica del mundo, sino que lo concebía precisamente como aquel Principio Originario que unifica y da sentido a todo lo que existe.

Para Dawkins, además, la idea de Dios es un «espejismo» engañoso y pernicioso para el pleno desarrollo de las personas y de las sociedades humanas, y la religión es un «virus» contagioso del que hay que protegerse. Y con gran celo, escribe y «predica» por todo el mundo que lo mejor es desentenderse de ese espejismo para disfrutar la vida.

Ante un ateísmo teóricamente justificado, de intelectuales como Dawkins, o de un ateísmo práctico, como el que manifiesta un sector considerable de la sociedad europea actual, no basta esgrimir argumentos para convencer que la existencia de Dios es razonable y que nuestra vinculación a Él es lo que da sentido al mundo en que vivimos. Para levantar de nuevo el interés hacia el hecho religioso en general y hacia la fe cristiana en concreto, es necesario testimoniar en primera persona que es la experiencia de Dios lo que nos potencia plenamente como personas, y que es el seguimiento de Jesús en su Iglesia lo que nos lleva a dar lo mejor de nosotros mismos en el contexto en que nos encontramos.

Cinto Busquet
La Seu d’Urgell, marzo 2012

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